jueves, 24 de julio de 2008

Bellydance - Parte II

Continuación del artículo de Bellydance elaborado por Déborah Herrera - Nivel 3

Actualmente, en la mayoría de los países árabes, la Danza Oriental es parte esencial de la cultura y además de haber desarrollado muchísimo en los últimos tiempos en países como Líbano y Turquía, también se ha desarrollado en países como Francia , Estados Unidos, Brasil y Alemania, debido a la emigración árabe que ha originado un potencial propagación de la danza.

Este rito se basa en movimientos ondulantes del vientre, en batidas de cadera y en ondular la cintura, la parte del cuerpo más directamente conectada con la fertilidad y prácticamente el eje del cuerpo.

En el belly dance hay tres partes fundamentales: la musculación, el clásico y el folklore. A pesar de lo que siempre se ha pensado, esta danza no es exclusiva de mujeres, los hombres tienen sus propios bailes y sobre todo practican la musculación.

"Racks al shark" en árabe, se ha convertido en un baile muy conocido. "Belly dance" en inglés, "danza del vientre" en español, sea cual fuere su nombre mantiene su esencia mística y esa dificultad de movimientos que la hace ser un verdadero arte.

Hoy sigue siendo común que a mitad de la fiesta las jóvenes se quiten el pañuelo que les cubre la cabeza y se lo amarren en la cadera para bailar, especialmente en Egipto, en donde las mujeres tienen una gracia y soltura natural en la cintura.

A la energía del belly dance no hubo religión que pudiera detenerla, así que continuó su viaje hasta tocar tierra firme en las costas del sur de la India, en donde absorbió el sazón gitano. Muchos historiadores consideran que los gitanos provienen de Egipto, teoría sustentada por el hallazgo de los Ghawazee, una tribu gitana con una fuerte tradición de danza de entretenimiento popular asentada a lo largo del Nilo y El Cairo descubierta por las tropas del emperador Napoleón cuando llegaron a Egipto en su primera expedición a este país, en 1798. Sin embargo, otros historiadores dicen que los gitanos salieron de la India por Persia hasta llegar en la Edad Media al continente europeo, asentándose principalmente en Turquía y España. El sustento de esta teoría se halla en la lengua gitana, que tiene un sin número de palabras sánscritas y se asemeja a los dialectos hablados en el noroeste de la India.

El mejor ejemplo de la influencia gitana en la danza oriental son las mascadas con monedas que se utilizan en la cadera para aprender a bailar (hezam), incluso tradicionalmente, las jóvenes gitanas salían a las calles a ganarse el sustento bailando y para evitar que les robaran el fruto de su trabajo, se cosían en sus faldas las monedas que conseguían.

En su paso por distintas regiones y épocas, la danza oriental fue recogiendo pasos y elementos.

De la danza persa se tomaron los delicados movimientos cadenciosos de los dedos. En la danza persa clásica, la bailarina entraba en un estado de conciencia superior en comunión con el ser supremo, a quien le dedicaba los movimientos ascendentes de sus brazos. De la danza Guedra de los berberiscos de Marruecos, el abrupto colapso al final del baile, una representación de los polos opuestos de la vida y la muerte.

Sobre el bastón usado en la danza oriental se dice que fue tomado de los árabes que viajaban en las caravanas comerciales montados en camellos, aunque si nos adentramos más en la historia, el uso de este accesorio se relaciona con la danza Tathib, una especie de arte marcial de los hombres egipcios, que las mujeres imitaban a manera de burla. (A esta danza se le conoce como raqs al assaya). Por cierto que entre las tribus beduinas, el que un hombre le preste su bastón a una mujer mientras danza, significa un reconocimiento a su baile.

También están los crótalos y su melodioso sonido, (conocidos como snuj o sajat) que ya la famosa bailarina Isadora usaba en tiempos greco-romanos. No obstante, su versión en metal fue una incorporación posterior. De hecho el nombre de los crótalos en inglés es "zill", igual que la designación turca de este instrumento. El uso de cimitarras (espadas curvas) y movimientos en el piso ha sido explicado por las constantes guerras de esos tiempos. Quizás las bailarinas entretenían a los combatientes en el campo de batalla, así se veían obligadas a bailar dentro de sus tiendas, no podían hacerlo de pie, por lo que empezaron a desarrollar movimientos de piso.

Por su parte las tribus beduinas del desierto pusieron su granito de arena y le imprimieron su alegría al baile. De las danzas de la Península Arábiga, se tomaron la mayoría de los movimientos de la cabeza, ya que el cabello es uno de los atributos más hermosos de la mujer. Es imposible dejar de lado el toque de flamenco que la danza oriental adoptó en los siglos VIII al XI, en los que el sur de España se convirtió en una provincia más (Al-Andalus) del imperio árabe. La penetrante influencia no sólo se hizo sentir en el arte y la arquitectura, sino también en la música y el baile de España, que se retroalimentó con la danza árabe, enriqueciéndose entre sí mismas.

La primera vez que esta milenaria danza fue interpretada en Occidente fue en 1893, en la exposición internacional de Chicago por una bailarina siria llamada "Little Egypt", que con sus sensuales movimientos escandalizó a la moral victoriana de la época. El nombre real de esta bailarina era Farida Mazar Spyropoulos. Fue por ello que la prensa llamó al baile, belly dance (danza del vientre), aunque ya los franceses lo habían bautizado como danse du ventre, sin embargo, su nombre correcto es Raqs Sharqi, que significa danza oriental en árabe.

En la era moderna, el belly dance cobró fuerza en los clubes nocturnos de El Cairo, Beirut y Argel. De ellos el que más impulsó la danza oriental fue el "Casino Opera", inaugurado en 1934 por la actriz y bailarina libanesa Badiha Masabni. Algunas de sus ideas sobre la danza han perdurado hasta nuestros días, como el levantar los brazos y alternarlos, el aprovechamiento de todo el escenario en lugar de bailar en un solo punto y el uso de coreografías en lugar de la estricta improvisación, asimismo introdujo el uso de velos en las presentaciones, quizá inspirada por uno de los espectáculos de Isadora Duncan en París a principios de siglo.

En el centro nocturno de Badiha se formaron algunas de las estrellas de la danza del vientre más famosas del siglo pasado, como Hekmat Fahmy (que además fue espía), Pepa Ez Eldin (que más adelante le compró el Casino Opera a Badiha), la inimitable Tahia Karioca (que donaba parte de sus ganancias a los pobres), la famosísima Samia Gamal (la primera en bailar descalza) y su admiradora Nadia Gamal. Otras bailarinas famosas de la época fueron la griega Nelly Mazloum, la chipriota Kamelia (que fue amante del rey egipcio Farouk) y la inolvidable Nahima Akef (que grabó 22 películas). Pero Nahima no fue la única belly dancer que también fue actriz, la mayoría de las bailarinas de ese tiempo participaron o protagonizaron inolvidables películas de la era dorada del cine egipcio.

A la siguiente generación de estrellas de la danza oriental pertenecen Nagua Fouad, palestina que bailó para importantes personalidades, Fifi Abdo, que se destacó por sus óperas teatrales y Suher Zaky, quizá la reina entre todas y la primera en bailar con la música de la cantante más querida en la historia de Egipto: Um Kulthum).

Pese a ser originario del Oriente Medio, este baile sólo se interpreta en algunos países de la región en la actualidad, como Egipto, Líbano, Turquía, Dubai y Siria, pero ha sobrevivido conquistando a mujeres de todas las edades y cautivando con su magia a las audiencias alrededor del mundo. En los últimos diez años incluso se podría decir que la danza árabe se convirtió en una moda en Occidente.


En Egipto, su cuna, la danza árabe sigue siendo un elemento indispensable en las buenas bodas. Incluso es la bailarina la que encabeza al ritmo zaffa la procesión nupcial (Zeffah-al arusah) con un candelabro en la cabeza, el própósito de esta danza, conocida como shamadan, es iluminar el camino de los recién casados y traerles el buen augurio de la prosperidad y la descendencia.

Por las noches, el belly dance sigue siendo una de las estrellas más brillantes de la noche en El Cairo, tanto en los cruceros por el Nilo y los espectáculos de los hoteles de cinco estrellas como en las calles de las Pirámides y en la famosa avenida Mohamed Alí, en donde viven los músicos y bailarinas que desde siempre han festejado la vida con su alegría. Al fulgor de esta estrella, no ha habido religión ni desapruebo social que haya podido apagarlo, quizá porque en el fondo, a todos ilumina.

Hoy el Belly Dance es disfrutado y enseñado en todo el mundo debido a su belleza, gran carga étnica, vigor, erotismo, valor artístico y por supuesto, lo divertido y saludable que resulta bailarlo. Paradójicamente, mientras que varias artistas árabes han sido desmotivadas o censuradas a seguir una carrera como belly dancer, muchas mujeres latinoamericanas y europeas han encontrado en el Belly Dance, una manera de redescubrirse, afirmar su identidad y adquirir una sensación de poder.

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